“El objetivo de Proyecto Integrador es que los estudiantes tengan una experiencia real de diseño al contactar y asesorar a empresas, organizaciones o emprendedores que plantean una dificultad que se puede resolver a partir del diseño”, dice el Dis. Ind. Daniel Domínguez, el coordinador académico de la Licenciatura en Diseño Industrial.
El concepto “Integrador” parte de tres ideas principales:
- Integración de cuatro disciplinas vinculadas al diseño -multimedia, gráfico, de modas e industrial-, que pueden trabajar simultáneamente con una misma contraparte, mediante un diseño colaborativo con enfoque multidisciplinario según las necesidades del cliente.
- Aplicación de todos los conocimientos y habilidades aprendidos durante la carrera.
- Vínculo con una contraparte real que se presenta a través de un llamado público, en el que expresa sus necesidades de diseño.
Según Domínguez, este año se trabajó con 62 empresas, pero en el llamado realizado en julio de 2021 se presentaron 140 y fueron seleccionadas de forma conjunta entre estudiantes y docentes, según los objetivos, intereses y motivaciones de los primeros.
“La metodología es el contacto con la empresa en sí mismo. Se realiza un diagnóstico, que es un estudio de estructura, trayectoria y oferta de productos y servicios, para detectar qué carencias de diseño tiene la empresa/organización a nivel de identidad para gráfico, de equipamiento para industrial, de indumentaria y accesorios para modas, y de aplicaciones y web para multimedia”, apunta el coordinador.
El proceso tiene un valor adicional acentuado en lo que se denomina la “alfabetización en diseño”: muchas de las empresas u organizaciones son conscientes de que necesitan acciones de diseño pero no tienen claro en qué sectores se deberían aplicar, o qué piezas o productos tienen la necesidad de desarrollar. Entonces, el proyecto, dice Domínguez, “tiene un fin indirecto con respecto a la difusión de la cultura del diseño, mediante el asesoramiento y la alfabetización”.
Los docentes que encabezan el proyecto son Patricia Moizo y Vicente Lamónaca (de la Licenciatura en Diseño Gráfico), Santiago Fagnoni y Milena Mariño (de la Licenciatura en Diseño Multimedia), Lucía Büchner y Milagros Martínez (de la Licenciatura en Diseño de Modas), y Alejandro Trinidad y Nicolás Noblía (de la Licenciatura en Diseño Industrial).
“Más que como asignatura, lo vivimos más como una experiencia, un acercamiento al mercado laboral”, opina Santiago Fagnoni. Según Patricia Moizo, “el proyecto debe abarcar varias áreas de la comunicación visual como: identidad, editorial, packaging, persuasión, señalética” y todo lo que la empresa u organización quiera y necesite comunicar.
Nicolás Noblía, que vivió esta experiencia desde el rol de docente y el de estudiante, considera que “el diálogo con los clientes y el entender y respetar sus puntos de vista, aunque puedan diferir con las intenciones primarias del estudiante, es uno de los aspectos más enriquecedores de esta experiencia”, pero que, si bien hay que trabajar por los objetivos de la empresa, “es el último proyecto académico y uno se quiere sentir motivado y representado. Por lo que a lo largo de la carrera uno va meditando qué tipo de organización quiero abordar, qué enfoque quiero para mi proyecto, qué significado quiero comunicar…”, agrega el graduado y docente.
Según Fagnoni, siempre se busca que esta “no sea una instancia de desarrollo 100 % técnico, que no sea un proceso de crear piezas, hacer cosas y nada más, sino enfatizar en la etapa de análisis de las necesidades de las empresas en las cuales detectamos las mejores áreas de intervención”, que son abordadas desde ciertos parámetros de “impacto positivo en la sociedad, como sustentabilidad, inclusión, entre otros, porque somos conscientes de que a través del diseño podemos y debemos construir un entorno y un mundo mejor”, añade Moizo.
“Para nosotros, como docentes, es importante que cada desarrollo tenga una mirada holística y abarque todos los factores relevantes para que sea una propuesta integral”, afirma Noblía.
La evolución
Lucía Büchner comenta que “hace 15 años, en las primeras ediciones, el estudiante debía determinar dónde podía y de qué manera intervenir, no eran tantas las empresas que realmente creían en el diseño como elemento transformador. En cambio, hoy está claro que nadie compra un producto únicamente por su función, y para eso necesitamos a los diseñadores”.
“La frase ‘nuestra única constante es el cambio’ es una especie de premisa para nosotros. Las redes sociales, la realidad aumentada, todo lo que tiene que ver con recorridos virtuales, ecommerce, contenidos y materiales audiovisuales, entre otras cosas, ayudan a que estos proyectos sean cada vez mejores, es parte de un crecimiento natural de esta disciplina en particular”, dice Fagnoni. Asimismo, Noblía destaca que “es satisfactorio ver cómo el trabajo de todas las licenciaturas acompaña el constante cambio del mercado, siempre generando propuestas que logran sorprender y demuestran un nivel a la altura de trabajos profesionales”.
En esta decimoquinta edición, la muestra también contó con nueve proyectos de la Licenciatura en Animación y Videojuegos, y nueve proyectos más de la primera generación de la Licenciatura en Diseño, Arte y Tecnología.
“En el sector universitario no existe una actividad comparable que convoque a tantas empresas. Al principio costaba mucho conseguir empresas para trabajar, y ahora las empresas son las que nos llaman para que no nos olvidemos de convocarlas. La muestra va superando las expectativas año a año, y cada edición es material y aprendizaje que sirven como insumo para los cursos venideros”, concluye Daniel Domínguez.