“Ser mejores, juntos - Para el planeta y su gente”. Ese es el eslogan que el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020 eligió para el megaevento deportivo que culmina este domingo 8 de agosto.
Pero más que ser un eslogan, desde el primer momento, esta edición de los Juegos Olímpicos fue considerada como la más sostenible de todas. Es que el Comité Organizador apostó por la utilización de energías renovables en los recintos olímpicos, la fabricación de las medallas con desechos electrónicos reciclados y por el equipamiento de la Villa Olímpica con mobiliario hecho con materiales reciclables, entre los que se destacan las tan comentadas camas de cartón.
Si bien la evaluación final del impacto de estos juegos en el medioambiente será publicado una vez culminado el evento, la organización se ha planteado atacar este tema en base a las siguientes premisas principales:
- Cambio climático: (re) utilizar sedes existentes para aminorar el impacto medioambiental en su construcción (aproximadamente el 60 % de las sedes ya existían), que los nuevos espacios garanticen un “alto desempeño ambiental”, y que la electricidad utilizada para todo lo relacionado con el evento sea 100 % de fuentes renovables.
- Gestión de recursos: reutilizar o reciclar el 99 % de los artículos utilizados y el 65 % de los residuos generados, y la implementación de la Operación BATON (esto es la construcción de la Villa Olímpica con madera de Japón).
- Medioambiente y biodiversidad: implementar medidas contra el calor, uso de recursos hidráulicos y crear una red ecológica al replantar ciertas zonas con especies nativas.
Las polémicas camas de Tokio 2020 y su verdadera finalidad
De acuerdo a Elian Kaczka, graduada de la Licenciatura en Diseño Industrial en la Universidad ORT Uruguay y fundadora de Cartón Studio, “es importantísimo que en eventos de grandes dimensiones y tanta repercusión en todo el mundo se actúe de manera adecuada hacia el entorno y el medio ambiente, más aún teniendo en cuenta que son eventos temporales con una duración de aproximadamente 20 días”.
Según cuenta, Kaczka duerme en una cama de cartón hace tres años, y la mayoría de sus muebles también están hechos de cartón. “Mucha gente se pregunta cuánto duran y si son fuertes. Mi respuesta es siempre la misma: las cosas duran según cómo las tratemos. Los materiales que nos rodean influyen en nuestro comportamiento. Viviendo rodeada de muebles de cartón he notado que mis movimientos han cambiado, como la forma de abrir y cerrar una puerta, por ejemplo”, explica.
Uno de los mitos más controversiales de estos juegos fueron las camas de cartón y su supuesta finalidad para que los atletas no mantuvieran relaciones sexuales. Esto fue desmentido inmediatamente por las autoridades de la organización e, incluso, por algunos atletas olímpicos que filmaron videos saltando encima de las camas para comprobar la solidez.
Por otra parte, Inés Tiscornia, coordinadora adjunta de Gestión Ambiental de ORT, explica que sí se pueden obtener objetos de alta calidad y durabilidad a partir del reciclaje de materiales, como el cartón o el plástico, incluso destinados para el buen descanso de atletas olímpicos. “A través del reciclaje se obtiene materia prima y, a partir de ahí, se hacen nuevos productos”, afirma.
"Las cosas duran según cómo las tratemos", expresa Kaczka.
De celular a medalla olímpica
Otro elemento novedoso de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, debido a su fabricación, han sido las medallas olímpicas. Estas fueron hechas a partir de desechos electrónicos reciclados.
Ahora bien, ¿cómo es posible fabricar una pieza de oro, plata o bronce a partir de este tipo de desechos?
Según Tiscornia, “para fabricar una pieza a partir de residuos electrónicos se precisa que todas las etapas de la cadena funcionen, desde la recolección hasta el desmontaje, reciclaje y disposición final. Pero la gestión correcta de los residuos electrónicos no solo tiene el objetivo de proteger la salud humana y el ambiente, también presenta una oportunidad para reutilizar los materiales valiosos que pueden encontrarse en muchos tipos de dispositivos desechados”.
Pocas personas suelen darle importancia a lo que sucede cuando nos deshacemos de la gran mayoría de los artículos y objetos, entre ellos los aparatos electrónicos, comenta Tiscornia. “Heladeras, cables, celulares, cargadores, teclados, pantallas, entre otros, es lo que se conoce como la basura electrónica o e-waste. Estos productos se van acumulando en todo el mundo, cada vez en mayores cantidades, lo que plantea graves amenazas, no solo para el medioambiente, sino también para nuestra salud”, indica.
De acuerdo a la coordinadora adjunta de Gestión Ambiental de la universidad, en 2019 se generaron 53.600.000 de toneladas de basura electrónica en todo el mundo y esa tendencia va en aumento. “Los materiales tóxicos que contienen estos residuos se liberan a la atmósfera, el agua o el suelo, y así causan daños irreversibles en el ambiente”, agrega.
Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente de 2018, hasta aquel año Uruguay era el país de Latinoamérica que más residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) generaba, con 10,8 kg anuales por habitante.
"Es preferible reducir o reparar, en vez de reciclar, ya que requiere de procesos muy costosos y que, a veces, terminan contribuyendo a la contaminación", aclara Kaczka.
Reducir o reparar antes que reciclar
Hay mucha información y desinformación sobre el tema del reciclado, comenta Kaczka: “en realidad, el reciclado es una de las peores formas de cuidar el medio ambiente. Es preferible reducir o reparar, en vez de reciclar, ya que requiere de procesos muy costosos y que, a veces, terminan contribuyendo a la contaminación. Pero digamos que es preferible reciclar que no reciclar”.
Por otra parte, la Licenciada en Diseño Industrial dice que, como en todo proceso de diseño, están los dos extremos: el fabricante o diseñador, y el consumidor o usuario. “La elección de los materiales es responsabilidad del diseñador, y, a esta altura del partido, ya no podemos evadir la evidencia de que estamos destruyendo el planeta. Los diseñadores somos los responsables de elegir los materiales y recursos que menos daño causen al entorno. El hecho de crear productos reciclables nos lleva a pensar desde un principio, no solo en la vida útil del producto, sino también en su muerte, qué pasa con el producto luego de cumplir su función”, concluye la diseñadora.