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Una joven que derriba estereotipos: Manuela García Pintos, periodista agropecuaria

30/01/2024
Así como en el campo existe un predominio de productores rurales hombres, ocurre lo mismo en el periodismo agropecuario. Manuela García Pintos, graduada de ORT, rompe con el estereotipo del periodista hombre experiente en el rubro y hoy, con 30 años, es subeditora de “Rurales” de El País y productora de televisión.

*Lic. Manuela García Pintos*

Toda su vida estuvo vinculada al campo. Por lo que no es de extrañar que el agro sea su área de especialización dentro del periodismo.

Los contactos son fundamentales para quien trabaja en los medios de comunicación, así que, en ese sentido, no le fue difícil ingresar al mundo del periodismo agropecuario. Pero eso no quita que llama la atención por cubrir un área que históricamente fue cubierta por hombres con experiencia.

Manuela García Pintos, graduada de la Licenciatura en Comunicación orientación Periodismo de la Universidad ORT Uruguay, habla en esta entrevista sobre cómo se siente romper con ese estereotipo y de su pasión por contar las historias de aquellos que, lejos de la capital del país, no tienen voz.

Cuando elegiste hacer la Licenciatura en Comunicación orientación Periodismo, ¿ya sabías que querías dedicarte al periodismo y específicamente a cubrir agro?

No tenía muy claro qué hacer y terminé haciendo la carrera por descarte. Pero vengo de familia de productores rurales; mi esposo es veterinario y productor rural, por lo que amo el campo. Y desde chica, en todas mis tareas diarias, siempre estuvo presente el agro.

Mis primeros trabajos de facultad fueron sobre el agro, porque conocía sobre los temas y tenía contactos que me servían como entrevistados. Si bien me fui tirando para esa área por comodidad, también es algo que siempre me gustó.

A la vez, fui descubriendo que esa también podía ser una posibilidad dentro de mi futura carrera como comunicadora. Cuando entré a la Licenciatura en Comunicación me costó mucho imaginarme estando alejada del campo y viviendo en Montevideo. Realmente no me proyectaba mucho hacia el futuro, pero ahí vi un espacio en el que conectar ambas cosas: la comunicación y el agro. Después me terminé de decidir por periodismo porque empecé a trabajar en los medios.

¿Cómo conseguiste tu primer empleo? ¿En qué medios trabajaste?

Mi primer trabajo oficial fue en la sala de prensa de la Expo Prado. Un amigo que trabajaba en la Asociación Rural del Uruguay (ARU) me preguntó si me interesaba entrar en esa parte y acepté. Para mí era una changa e implicaba tener que estar ahí los 10 días que dura un evento que me encanta desde chica. Estar ahí por obligación era lo mejor que me podía pasar.

Gracias a ese trabajo en la Expo Prado, en el que estuve tres o cuatro años, pude conocer a muchos periodistas del interior y también de Montevideo, lo que me abrió puertas para trabajar en diferentes medios.

Hice pasantías en La República, en Búsqueda y pasé por radio Carve y El Observador. Siempre cubrí agro. Hoy estoy en El País como subeditora, escribo para la revista de la ARU y soy productora del programa Hablemos de Agro de Canal 10.

Al menos hasta hace un tiempo, los periodistas de agro por lo general eran hombres con una amplia experiencia cubriendo esa área. ¿Fue difícil meterte en ese mundo a pesar de tu vínculo previo con el campo? ¿Te costó generar ese vínculo de confianza necesario entre fuente-periodista, o que tus colegas o editores respetaran tu trabajo?

No me costó ingresar en ese mundo, porque al venir de familia agropecuaria me conocían o siempre teníamos un conocido en común. En el periodismo, los contactos siempre facilitan la tarea.

Lo que sí me pasó es que empecé a trabajar desde muy chica. Les llamaba la atención que una gurisa chica, mujer, estuviera metida en un medio que, no digo que sea machista, pero es de hombres.

Hace varios años éramos contadas las periodistas mujeres que cubríamos agro. Creo que éramos tres en total y las otras eran mucho más grandes que yo. Hoy hay algunas más y me encanta.

Lo que sí ha sido y es difícil es la parte de hacer sociales o de generar vínculo con los entrevistados, porque vas a una reunión y son todos hombres y bastante más grandes que yo. Entonces, obviamente, me cuesta encontrar temas de conversación.

Hay otras situaciones que molestan, como cuando estás hablando con ellos y dicen una mala palabra y te piden perdón. O también cuando, en conferencias de prensa, los periodistas hombres dicen “que pregunte ella primero”. No hay por qué hacerlo. Son situaciones que se sienten, pero sé que siempre es con respeto.

El agro es un tema muy de nicho por el tipo de público que se interesa por él. Sin embargo, Uruguay es un país que se mueve gracias a lo que el campo produce. ¿Creés que es importante que el público general también se informe sobre Agro? En el tipo de notas que escribís vos, ¿empleás un lenguaje dedicado al público que conoce del tema o también intentás involucrar al público general?

Es importante, totalmente. En setiembre del año pasado publiqué una columna de opinión en El País al respecto. En el campo veníamos hacía tiempo hablando y pidiendo medidas por la sequía que atravesamos, pero el problema llegó a Montevideo 10 meses después.

En la Expo Prado la falta de conocimiento sobre el campo se ve cuando están los cabañeros con sus toros y se acercan los niños diciendo que tienen ubres. A veces se puede sentir como una falta de respeto y de ese tipo de comentarios se desprenden otras cuestiones.

Hay una gran falta de conciencia agropecuaria, pero también desde el campo hay que hacer una autocrítica, aprender a ser más paciente y a entender las situaciones de ambos lados del alambrado. Hay un problema de comunicación por el cual el agro es responsable, porque no sale a comunicar.

En cuanto a mis notas, yo escribo más bien crónicas e historias de productores, jóvenes y mujeres rurales. Todos tenemos algo que contar, por más chico que sea. A mí me gusta contar historias porque todos somos importantes y todos somos merecedores de un espacio. Mis notas se enfocan en las personas, por lo que escribo para todos los públicos.

Produjiste en radio, escribiste en un diario, ahora en otro, en una revista y hoy también producís en televisión. ¿Cuál es el medio en el que más disfrutás de hacer periodismo y por qué? ¿Cuál creés que representa los mayores desafíos?

El medio que más disfruto es la prensa escrita. La radio es divina, pero al igual que la televisión, no me gusta aparecer. Solamente produzco, coordino y organizo, cosa que me encanta. De hecho, incluso me da mucha vergüenza firmar mis notas en el diario.

El papel representa un gran desafío. El mundo va hacia lo digital y, si bien en El País también estamos muy fuertes en esa parte, todavía tenemos la cabeza muy en el papel, al menos en mi sección.

Pensar para digital es un trabajo diario extra, porque son diferentes títulos, contenidos, extensiones… Es distinta la parte visual en cuanto a gráficas, links y fotos. La creatividad no tiene techo en lo digital, pero soltar el diario papel es muy difícil… Somos uruguayos, no nos gusta cambiar (risas).

A los que estudian periodismo siempre se les dice que el periodismo es un servicio a la sociedad. En ese sentido, ¿cuál creés que es el aporte que intentás hacer vos como periodista?

Lo vinculo a la pregunta anterior. Me gusta darle voz a los que no tienen fácil acceso a comunicarse.

A veces, cuando entrevisto a alguien, siempre me dice que no tiene nada para decir, pero al comenzar la entrevista se da cuenta de que tiene un montón de cosas para contar, por más chicas que sean.

Darle voz a los que no la tienen, darles ese espacio, que puedan acceder a la prensa… Ese es mi rol como periodista en la sociedad.

¿Qué herramientas o conceptos que aprendiste en ORT te son muy útiles para tu trabajo en el día a día?

Una de las cosas que más me marcó y me gustó de la carrera es aprender que todo comunica, que siempre estamos comunicando y que nunca podemos escaparnos de comunicar.

Eso lo aplico siempre y me ayudó a prestarle atención a todo, a ser muy observadora, no solo sobre las cosas que se hablan, sino también cómo se hablan, por qué se hablan y en qué contexto se hablan.

Me fijo en todo lo visual, lo corporal. Esa es la mayor herramienta que me dejó.

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