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Barbie: una clase de dirección de arte

02/08/2023
A dos semanas de su estreno, la película Barbie no solo llenó salas en todo el mundo, sino que provocó un debate sobre la construcción y la deconstrucción del ícono de la clásica muñeca. El docente Enrique Badaró reflexionó sobre el arte, el color, la construcción de personajes y cuáles son los límites del cine en tiempos de nuevas tecnologías.

*Barbie, la película. Imagen tomada de https://www.barbie-themovie.net/*

“No tengo una historia con Barbie”, reconoce Enrique Badaró, artista plástico, escenógrafo teatral y docente de Dirección de Arte en la Licenciatura en Comunicación orientación Audiovisual y Tecnicatura en Realización Audiovisual en ORT. Previo a ver el film, lo único que los vinculaba era la infancia de su hija, que hoy tiene 29 años, con quien fue al cine a ver la película. “Miro el ícono de Barbie desde un lugar muy particular, a partir de mi edad (casi 70 años) y mi formación teórica”.

La construcción del personaje a partir del ícono

Badaró considera que el personaje construido en la película de Greta Gerwig está “muy bien realizado” porque el espectador comienza “aceptando a esa Barbie atravesada por la visión del Tercer Mundo sobre los Estados Unidos, sobre la cultura americana y sobre los estereotipos”. A través de la actriz Margot Robbie, “Barbie cumple todo: es hermosísima, rubia, de ojos celestes, con las proporciones que exige la sociedad”.

En paralelo, el espectador ve otra versión de Barbie, la del empoderamiento femenino, desde roles que no eran aceptados en la década del 60, cuando se lanzó la famosa muñeca. “Entonces aquella Barbie rubia y anglosajona, en la película se empieza a transformar, empieza a aparecer reivindicada por barbies afrodescendientes, asiáticas, gordas, discapacitadas: todo un mundo que se empieza a salir de esos estereotipos”.

https://www.youtube.com/watch?v=Ser2f-RCe80
  • Barbieland: un mundo ideal

    El universo que se plantea es un poco la proyección de un mundo ideal, un mundo perfecto en la cabeza de alguien que está transitando la infancia.

    Allí se incorpora parte de una naturaleza imaginaria, donde se retoman elementos de la arquitectura de Los Ángeles, pero transformados a ese mundo de juguete, ficticio, no problematizado: allí todo es perfecto.

  • La teatralidad para aceptar la ficción

    Está tan recreado el mundo del juego que, cuando las muñecas van a tomar agua, el agua no sale, pero ellas lo beben igual; lo que vemos es la teatralidad del gesto. Ahí empieza un fenómeno bastante mágico: el espectador se va introduciendo realmente en la cabeza de la niña que está jugando.

    Todo funciona en ese mundo donde los requisitos básicos de la realidad no tienen mucho sentido. Por ejemplo, no bajan por escaleras, sino que se trasladan de arriba abajo como si la niña estuviera pasando la muñeca de un escalón a otro.

    Hay todo un mundo donde la ficción es descarnada: la realidad no coincide prácticamente con nada más que con el mundo de la ensoñación del juego y la realidad pertenece a ese mundo ficticio, donde existe esa teatralidad. Y uno debe aceptar esa ficción, esa des-realidad donde permitimos esos códigos sin ningún problema.

El diseño de arte y el uso del color

El docente considera que el diseño de arte juega un papel fundamental en la película de Gerwig, dado que propone un mundo que recrea, de alguna manera, “la arquitectura, la espacialidad y la atmósfera de un espacio de juego de niños”. Todo está organizado desde el punto cromático “de una forma perfecta”: los colores son todos de paleta alta, apastelados, bajados un poco con el blanco, lo que le da “un tono infantil, romántico, de ensoñación”, profundizó.

El uso del color se vuelve fundamental para cambiar de escenarios o para introducir nuevos personajes, como es el caso de “Barbie rarita”: se pierde el blanco pastel, pero siguen viéndose colores muy puros, entonces es muy sutil, en opinión de Badaró.

“Todo Barbieland es el mundo de las casas de muñecas, con ese estilo un poco híbrido, ecléctico, muy sencillo, pisos planos, columnas grandilocuentes, mucho empapelado rosa, grandes ventanales estilo Los Ángeles, donde no hay límites con el exterior”, explicó el docente. La casa de “Barbie rarita” propone lo inverso: “columnatas americanas, un poco señorial, todo oblicuo, todo trastocado, transformado, lo ortogonal pasa a ser un elemento basado en líneas oblicuas”. “Esto podría ser una clase de dirección de arte de color, porque podríamos profundizar en cómo usar el color: los mismos colores con un poco de blanco ya hacen un mundo diferente y ambos son parte de Barbiland”.

https://www.youtube.com/watch?v=PMnTHTf7q8k

Crear universos auténticos y conectar con el espectador

Enrique Badaró está convencido que todos los profesionales que hacen una película, antes que nada, deben trabajar la empatía y la sinceridad, tal como sucede en cualquier producto artístico. Recordó que el arte, en cualquiera de sus formas, siempre es ficción, ya sea en teatro, cine, fotografía o grabado, “porque siempre son visiones de creadores que nos acercan a una realidad a través de sus ojos, de sus manos, de sus herramientas”.

El buen arte se da cuando, sin necesidad de recurrir a lo verosímil, el espectador siente empatía y cree que eso que está viendo es verdad, por ese período de tiempo. Esa es la magia del arte en general.

https://www.youtube.com/watch?v=nTRHTLsYxEE

Cuando uno va al cine, dice Badaró, se conmueve, ríe y llora porque “el director, el director de arte, el director de fotografía y los actores están convencidos de lo que hacen, para ellos eso es la realidad”. Todo lo demás, continuó, “es ir agregando layers de información y de formación”.

Generar mundos es resultado del trabajo de equipo, “de respeto y de discusión entre quienes realizan la parte más teórica, quienes escriben un texto, quienes crean un espacio escenográfico o seleccionan una locación, quienes hacen coherente la entrada de un personaje con determinado vestuario, quien piensa en cómo esos colores no solo están representando personajes, sino cómo están interactuando con esa escenografía, con ese fondo, con esos otros personajes”.

Como ejemplo, narró la escena donde, “luego de toda esa seducción bruta” del mundo Barbie, la protagonista llega a Los Ángeles vestida en rosado fucsia, “totalmente Barbie”, y entra a la empresa Barbie. En ese momento, los colores cambian y casi todos los personajes están de negro. “Cuando entra esa mujer de rosado, yo me creo que está perdida, que está en un lugar que no es de ella, está en un lugar donde va a buscar ayuda pero no la va a encontrar”, reflexiona Badaró. “Entonces a través del color, el director de arte o el director de fotografía logran hacerme creer las escenas que están sucediendo”.

https://www.youtube.com/watch?v=d8PpD5xnLr4

Guiños a la historia del cine

La película empieza de forma magistral, sostiene Badaró, con un guiño hacia la historia del cine y del arte, a través de Stanley Kubrick con 2001: Odisea del espacio (1968). “En nuestra mente, esas niñas se superponen a los australopithecus o a los homínidos que presentaba Kubrick hace 50 años”, dado que la escenografía, los colores del cielo y, sobre todo, la música son las mismas que en la obra de Kubrick.

“Es esencial entender la fusión conceptual de la banda sonora Also sprach Zarathustra de Richard Strauss, compuesto en el año 1896, leit motiv que Gerwig utiliza al principio de la película, para reforzar la mentalidad fálica/paleolítica, en la junta de la empresa integrada solo por los hombres vestidos de negro”, considera Badaró. “Por eso la historia, la historia del cine, de la música y del arte son esenciales para el abordaje del cine y del cine actual en particular”.

Barbie va generando ese tipo de impactos. De entrada, necesitamos no solo la capacidad de aceptar esa realidad como si fuéramos un niño, sino también la versatilidad de cambiar de un espacio al otro y la capacidad de tener una memoria cinematográfica.

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