El desfile se realizó en el Aeropuerto Internacional de Carrasco y fue organizado en el marco de la Licenciatura en Diseño de Modas.
El desfile consistió en la presentación de cinco colecciones: Herencia, Anestesia, Indexados, Culpable y Disrupta. Cada colección representó una problemática social a ser visibilizada y protestada para generar una reflexión.
Para el evento fueron invitados influencers, diseñadores de moda, estudiantes y graduadas de la licenciatura, funcionarios de la Facultad de Diseño, y amigos y familiares de las estudiantes. También fue invitado el móvil de Aweno TV.
El evento contó con la participación de Magdalena Vilaró y Ana Darracq, docentes a cargo de la materia, y de la coordinación académica de la carrera, D. Ind. TyM Mariana Muzi. A su vez, brindaron su aporte el estilista brasileño y profesor visitante de ORT, Lucius Vilar, y la docente brasileña Carol García.
Herencia
Por: Sol Barbachan, Fátima Gutiérrez, Catalina Percivale, Florentina Pereira y Bárbara Quintero.
La temática de esta colección fue denunciar la idea de que Uruguay está únicamente conformado por inmigración europea.
Más bien, las diseñadoras tuvieron como objetivo visibilizar la herencia de las minorías en el país, especialmente la cultura afro, traída a Uruguay en condiciones de esclavitud y relegada históricamente de los relatos oficiales.
La danza fue el punto de partida conceptual de la colección, que imagina cómo habría sido la indumentaria afro uruguaya si no hubiese sido empujada fuera de los márgenes.
“Notamos un punto de unión entre el pasado, marcado por la relegación, y el presente, y ese punto es la danza”, señaló Sol Barbachan, una de las diseñadoras de la colección.
Se enfocaron en especial en el candombe, una expresión presente hasta la actualidad en el carnaval y en la vida cotidiana del Uruguay.
A nivel de las prendas confeccionadas y del orden de la presentación de la colección del desfile, se planteó un pasaje simbólico entre lo estructurado y lo orgánico.
Las siluetas holgadas, presentes desde el comienzo, responden a una decisión estética y conceptual:
No queríamos representar la represión desde el encierro o lo apretado, sino desde la exclusión, desde esa estructura rígida que históricamente dejó por fuera a las subculturas.
En contraposición, a medida que avanza la colección, emerge el movimiento y la fluidez.
“Queríamos transmitir también la fuerza de la comunidad afro, una fuerza que se ha mantenido a lo largo del tiempo en Uruguay: gente potente, perseverante, con una voluntad impresionante”, señaló Sol.
Con los materiales se quiso reflejar la artesanalidad, por lo que eligieron telas como la lana, evitando un acabado demasiado limpio o pulido. Se inspiraron en técnicas tradicionales africanas, como el uso de barro en el pelo, y dialogaron con referentes de la comunidad afro uruguaya como Chabela Ramírez, música y activista afrouruguaya.
También se priorizó el uso de materiales naturales, principalmente algodón, con la excepción de algún paño sintético necesario para lograr ciertos colores intensos, buscando así reflejar la potencia cromática característica de la estética africana.
La paleta cromática de la colección se caracterizó por el uso de una paleta de invierno, con el uso constante de morado, un amarillo verdoso brillante, marrón, bordó y beige teñido con té. Cada color porta un profundo significado simbólico.
Los marrones remiten a la memoria, la resistencia, la tierra y los ancestros; el bordado rojizo, a la sangre, el dolor y la energía de la danza; el amarillo verdoso, a la espiritualidad, el brillo interior y la conexión ancestral; el morado, a la transformación; y el beige manchado, al mestizaje y la historia compartida.
La colección está compuesta por 15 conjuntos que incluyen desde buzos, camperas y pantalones hasta faldas llamativas.
Anestesia
Por: Carlota Buysan, Camila Fresnedo, Florencia Nanni, Fiorella Rybak y Gloria Sanguinetti.
La idea principal de esta colección es protestar contra la urgencia del alivio inmediato e invita al público a transitar el dolor, a dejarlo existir, sentirlo y gritarlo.
"Nace desde la incomodidad de habitar un mundo que prefiere callar antes que sentir, que ofrece soluciones rápidas, como una pastilla, en lugar de espacios reales para atravesar el dolor. Hoy en día, lo fácil es tapar, seguir como si nada, anestesiar el cuerpo y la mente", explicó Gloria Sanguinetti, una de las diseñadoras de Anestesia.
La temática de la colección se manifestó mediante las prendas confeccionadas, que traducen visual y físicamente habitar el dolor en silencio.
Esto incluyó volúmenes con forma de cápsula que aparecían en pantalones, enteritos y mangas de camperas, así como camisas anudadas que representan túnicas médicas y, al mismo tiempo, el dolor que ahoga y no encuentra salida.
También se incorporaron apliques de recetarios sublimados, como si fueran indicaciones médicas adheridas al cuerpo, y cintas que simulan la parte trasera de los blisters, reforzando el imaginario farmacéutico. Los bordados manuales, con trenzas que cuelgan como flecos, funcionan como cicatrices visibles.
Cada prenda es una pieza de esta protesta emocional. No están hechas para anestesiar el cuerpo, sino para que ese cuerpo hable, duela y exista
La paleta cromática de la colección se inspiró en el ambiente hospitalario. Entre los colores están el plateado brillante, que simula el envoltorio metálico de los medicamentos, junto a azules profundos, grises y blancos sucios.
A la paleta se le incluyó acentos de rojo intenso y bordó, colores que irrumpen como síntoma, como grito y que representa la herida, lo que no se puede seguir escondiendo. También hay tonos tierra quemada y un amarillo pálido casi enfermizo, que refuerzan esa sensación de malestar y cuerpo presente.
Usamos el color como herramienta emocional: frío donde hay distancia, y saturado donde hay dolor. Queríamos que la paleta haga ruido, como cuando algo duele pero ya no se puede ignorar.
Indexados
Por: Malena Gómez, Micaela Ivanovich, Jimena Jaurena, Giuliana Margni y Natalia Lizarralde.
Esta colección cuestiona la forma en que entregamos información personal a las grandes empresas tecnológicas, muchas veces sin ser conscientes de ello. La propuesta parte de una investigación exhaustiva sobre la falta de educación y conciencia en torno a la ciberseguridad.
“Protestamos contra la falta de información”, resume Natalia Lizarralde, una de las diseñadoras de la colección:
Todas las fotos que sacás con un iPhone, aunque no las subas, ya dejaron de ser tuyas. Lo mismo pasa con la información que le damos a Google. Es de eso que viven estas empresas: de vender datos.
La colección busca visibilizar que nada es 100% seguro. Incluso los servidores más sofisticados pueden ser vulnerados, y la información, una vez subida, queda replicada en múltiples lugares y es imposible de borrar.
La temática se traduce en prendas confeccionadas con materiales rígidos, plenos y de líneas rectas, que transmiten seguridad y estabilidad.
“Queríamos generar esa sensación de protección y, al mismo tiempo, aludir a lo tecnológico”, explica.
Esa solidez se quiebra con cortes estratégicos y aberturas que dejan partes del cuerpo a la vista. Algunos tapados, cerrados de costado pero abiertos de frente, simbolizan la vulnerabilidad digital.
Culpables
Por: Pilar Favilla, Candela Gandos, Pilar Pedemonte y Manuela Pereira.
La colección protesta contra la cultura workaholic y quienes hacen del trabajo su identidad, fenómeno cada vez más latente en Uruguay.
"Nosotros señalamos al sistema que nos exige sin descanso, pero también a quienes lo reproducen y quienes, pudiendo parar, eligen no hacerlo", dijo Candela Gandos, una de las diseñadoras de Culpables.
Cada prenda fue confeccionada bajo el eslogan "no existo para rendir, existo para vivir", a modo de ponerse en contra de que estar agotado se volvió como un símbolo de éxito, decir que uno no tiene tiempo ya es una medalla, mientras que para quienes no quieren vivir así representa una opresión y una culpa cada vez que no se produce.
La colección busca poner un freno a todo esto. Es una forma de decir basta, de generar una pausa obligatoria, de invitar a mirar y sentir lo que está pasando.
Los materiales elegidos evocan la cultura de oficina en Uruguay: gabardina americana, raya diplomática y camiseta de algodón. A estos se suman el paño de lana y el jersey rip, que introducen una dualidad en la propuesta, contrarrestando la rigidez con movimiento y pausa.
A la vez, la colección incluye prendas que remiten a las clásicas camisas y faldas de sastrería, pero cuya construcción y moldería rompen deliberadamente con esa formalidad. Se trata de una protesta que utiliza el propio lenguaje estético del sistema para cuestionarlo y destruirlo.
Las telas fueron intervenidas con hilos de bordado —tanto de máquina como de pespunte de jean— para trazar frases claras y directas. El hilo rojo, símbolo de pausa, vida y sentir, contrasta con los tonos grises y azules de base. En algunos casos, las prendas fueron teñidas de rojo para acentuar este gesto disruptivo.
La paleta cromática parte de los colores típicos del entorno laboral: azules en distintas intensidades, grises y tonos camisero, a los que se suma un acento cálido en rojo y bordeaux.
El rojo aparece como intervención intencional —en bordados, teñidos y detalles— más que como color preexistente en las telas, reforzando el concepto de irrupción en un mundo rígido.
Disrupta
Por: Sofía Escobal, Cecilia Gallo, Camila Gnazzo y Inés Godoy.
Esta colección fue una protesta contra la forma en la que protestan las personas, en la cual importa más capturar el momento que luchar por la causa real:
“Nosotras atacamos con ironía y con sarcasmo a que realmente les interesa estar, les interesa una foto, tener un like, un filtro y grabar un videíto”, explicó Cecilia Gallo, una de las diseñadoras de la colección.
Esta idea se simplifica en el texto inspirador que redactaron las diseñadoras en una entrega académica, titulado "Protestamos, luego existimos, y si no existimos por lo menos que nos den like”, un guiño a la frase de René Descartes (“Pienso, luego existo”).
En él, se crítica de forma irónica y mordaz a cierto tipo de activismo contemporáneo, especialmente el que se practica en redes sociales y en espacios públicos desde una lógica más estética y performativa que comprometida.
La propuesta de Disrupta parte de un símbolo provocador: la máscara. Inspiradas en la imagen de un rostro ficticio —con cavidades transformadas en elementos funcionales de una prenda—, las diseñadoras comenzaron a experimentar con volúmenes y cortes que deformaban esa figura inicial.
De este modo, ojos se convertían en sisas o cuellos, mientras que una boca exagerada daba forma a una prenda superior.
Desde ahí, cada pieza de la colección jugó con la idea de atravesar, deformar y reconstruir, trasladando la metáfora de la máscara al lenguaje textil.
En su discurso, la máscara representa la hipocresía social: esa actitud de protestar por moda, criticar por costumbre y manifestarse sin un compromiso real con el cambio.
El objetivo no es embellecer la protesta, sino desnudar la superficialidad detrás de ciertos gestos colectivos, generando incomodidad y burlándose de esa falsedad asumida como norma.
La colección se articula sobre una paleta oscura de negros y grises, que refleja desilusión, desgaste emocional e indiferencia hacia causas sociales.
Sobre ese fondo emergen “acentos irónicos” en rojo, amarillo, azul jean y rosa, no como ornamentos alegres, sino como interrupciones visuales cargadas de sarcasmo.
El rojo, en particular, funciona como alerta ignorada; el resto de los colores operan como contradicciones que revelan la incoherencia del activismo digital.
Los materiales, lejos de ser neutros, son declaraciones: hilos de bordar que actúan más como comentario que como refuerzo, pespuntes en contraste que rompen la armonía, trapillo que moldea balaclavas y bolsos, e insertos de acrílico que interrumpen el silencio de la prenda.
Cada elemento tiene un papel narrativo. Parches simbólicos, bordados únicos y accesorios tejidos —como boquitas de crochet— acompañaron el desfile, reforzando la identidad crítica de la marca.
Incluso la única estampa utilizada, con la frase “BLA BLA BLA”, actúa como una burla directa al ruido vacío que muchas veces reemplaza a la acción real.