Entre las múltiples corrientes artísticas que surgieron en el pasado, el arte constructivo y el arte surrealista se alzaron como dos polos opuestos en la manera de entender la creación artística.
Mientras que el arte constructivo se basa en la lógica y busca la construcción de formas geométricas, el arte surrealista se sumerge en los terrenos de lo onírico, lo irracional y lo inconsciente.
En este artículo exploraremos los fundamentos del arte constructivo, la estética del surrealismo, los contrastes entre ambas corrientes y su influencia en el diseño contemporáneo.
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Principios del arte constructivo
A comienzos del siglo XX, el arte constructivo surgió como una expresión artística vinculada con la racionalidad, el orden y la funcionalidad.
Sus raíces se pueden rastrear al constructivismo ruso, movimiento que nació después de la Revolución de 1917. Artistas como Vladímir Tatlin, El Lissitzky y Naum Gabo fueron de los primeros en rechazar la tradición artística de la época y explorar nuevas expresiones.
Uno de los principios fundamentales del arte constructivo es la abstracción geométrica.
A diferencia del arte figurativo que representa objetos del mundo real tal cual se ven, el arte constructivo deconstruye el mundo con las formas más puras, como líneas, esferas o volúmenes básicos. Estas obras, muchas veces inspiradas en conceptos matemáticos o científicos, tienen como objetivo representar la armonía universal.
Otra característica clave es su relación con la tecnología y los materiales industriales. A medida que la sociedad daba paso a la revolución industrial, los artistas constructivistas adoptaron materiales como el vidrio, el acero o el plástico.
Para ellos, el arte debía integrarse a la vida cotidiana y colaborar con otras disciplinas como la arquitectura, el diseño gráfico y el urbanismo.
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Componentes ideológicos del arte constructivo
Los artistas constructivistas rechazaron el arte como objeto decorativo o como expresión individualista.
En su lugar, promovieron una estética funcional, racional y al servicio de las masas.
Se trataba de una visión del arte con una perspectiva más práctica, en donde se buscaba contribuir al progreso tecnológico, económico y cultural.
Los artistas creían que el arte debía servir a la sociedad y contribuir a su desarrollo.
Muchas obras constructivistas estaban pensadas para ser exhibidas en espacios públicos, instalaciones urbanas y proyectos de diseño funcional.
De cierta forma, el arte constructivo también contribuyó al nacimiento de movimientos posteriores como el Bauhaus en Alemania y el De Stijl en los Países Bajos.
Ambos movimientos compartían la idea de que el arte podía combinarse con la arquitectura y diseño.
Estas escuelas no solo influyeron en el arte abstracto, sino también en la manera en que entendemos la estética moderna.
El surrealismo como movimiento artístico
En el otro lado de la balanza del arte contemporáneo, tenemos el arte surrealista.
Nacido en la década de 1920, el surrealismo toma como referencia el dadaísmo, pero lleva más allá su exploración del arte.
El manifiesto surrealista de André Breton, publicado en 1924, sentó las bases teóricas del movimiento.
El surrealismo propone una nueva forma de ver el mundo basada en la exploración del subconsciente y el mundo de los sueños.
Breton definía el surrealismo como una forma de expresar libremente los pensamientos, sin control ni censura.
Esta idea se tradujo en diversas técnicas artísticas como la escritura automática o el cadáver exquisito.
El arte surrealista tomó variadas formas. Si bien muchos artistas eligieron representar sus obras utilizando un lenguaje figurativo, sus composiciones rompían con toda lógica.
Se intentaba representar escenas que serían imposibles en el mundo real, superposiciones absurdas, combinaciones simbólicas o deformaciones propias de los sueños. De esta forma, las verdades ocultas se revelaban, accediendo a un plano más profundo de la experiencia humana.
Bases de la estética surrealista
El surrealismo tiene por naturaleza una gran contradicción. Por un lado, utiliza los recursos técnicos del arte figurativo, como el dibujo preciso, pero su objetivo es representar lo ilógico e irracional, transportándonos a mundos imaginarios con realidades completamente diferentes a la nuestra. Esta paradoja, es lo que define y diferencia la estética.
También existe un carácter crítico, ya que muchos de los artistas veían el arte como una forma de rebelión contra el orden burgués, el moralismo y las restricciones sociales.
A través del uso de símbolos sexuales, referencias mitológicas, imágenes grotescas o provocadoras, los surrealistas desafiaban las convenciones culturales.
Aparte de la pintura, el arte surrealista también influyó en otras disciplinas como la literatura, el cine, la escultura y la fotografía.
Su legado es fundamental en el desarrollo de múltiples corrientes artísticas y continúa vigente en el arte visual contemporáneo, especialmente cuando se trata del cine fantástico, la ilustración digital y la moda.
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Contrastes entre el surrealismo y constructivismo
A pesar de que ambas corrientes surgieron en contextos históricos turbulentos y son parte de lo que entendemos como arte moderno, las diferencias entre el arte surrealista y el arte constructivo son extensas. Representan la razón y el subconsciente, el orden y el caos.
Desde el punto de vista conceptual, el arte constructivo parte de la premisa de que la creación debe ser racional, científica y estructural. Las obras no se improvisan, sino que se planifican con cuidado. Cada elemento tiene una función específica en el todo, una razón para existir en el ecosistema armónico basado en la razón.
Por el contrario, el arte surrealista desafía esa confianza en la razón y busca desestabilizar nuestra visión del mundo. Para estos artistas, el inconsciente, los sueños y lo irracional contienen verdades más profundas que lo que puede ofrecer la lógica.
Lejos de la planificación y las reglas objetivas, las obras emergen como una revelación espontánea o una visión interior.
Artistas del arte constructivo
El arte constructivo contó con artistas que no solo fueron creadores visuales, sino también teóricos, diseñadores y arquitectos comprometidos con la transformación cultural de su tiempo.
- Vladímir Tatlin: Considerado uno de los fundadores del constructivismo ruso, Tatlin es célebre por su Monumento a la Tercera Internacional, una estructura arquitectónica futurista que nunca llegó a construirse, pero que sentó los ideales del arte como herramienta de cambio político y social.
- El Lissitsky: Artista multidisciplinario quien trabajó en pintura, tipografía, diseño gráfico y arquitectura. Su famosa serie Proun (siglas que en ruso significan “Proyecto para la afirmación de lo nuevo”) exploró la geometría abstracta y propuso un espacio donde arte y arquitectura comenzaban a fusionarse.
- Naum Gabo: Su obra incorpora materiales industriales como el acrílico o el metal, y explora el espacio tridimensional mediante formas abstractas y transparentes. Su Manifiesto realista, escrito con su hermano Anton Pevsner, sentó las bases teóricas del movimiento.
Figuras clave del arte surrealista
El arte surrealista dio lugar a una serie de artistas con estilos diversos, pero unidos por el deseo de representar lo invisible, lo irracional y lo simbólico.
- Salvador Dalí: Posiblemente el nombre más conocido de esta lista y una figura clave del surrealismo. Su técnica meticulosa y sus composiciones provocadoras, como "La persistencia de la memoria" mezclan realismo visual con imágenes imposibles.
- René Magritte: Su estilo sobrio y casi fotográfico presentaba paradojas visuales y juegos conceptuales. Obras como “Esto no es una pipa” o “El hijo del hombre” juegan con la representación, la identidad y la percepción. Fue un maestro del pensamiento visual.
- Max Ernst: Fue un pionero en técnicas experimentales como el frottage y el grattage, Ernst llevó el surrealismo hacia lo abstracto y lo primitivo. Su obra mezcla elementos fantásticos y animales mitológicos.
El arte constructivo y surrealista en Uruguay
En Uruguay, estas corrientes también encontraron un lugar para florecer con características propias.
Con una mezcla entre las vanguardias internacionales y una identidad visual local, se generaron propuestas originales tanto en la abstracción geométrica como en la exploración de lo onírico y simbólico.
La abstracción geométrica y el arte constructivo en Uruguay
Artistas como José Pedro Costigliolo y María Freire fueron figuras fundamentales en la consolidación del arte constructivo en Uruguay durante el siglo XX.
Ambos formaron parte del Grupo de Arte No Figurativo en la década de 1950 y compartieron una visión centrada en la pureza de la forma, el color y el equilibrio visual.
En paralelo, el movimiento MADI, aportó una perspectiva experimental al arte geométrico. Las propuestas que desafiaban el marco tradicional del cuadro, obras con formas irregulares, móviles y estructuras articuladas.
El MADI expandió los límites de la pintura y la escultura geométrica.
Otra figura clave en la expansión del pensamiento constructivo fue Joaquín Torres García, quien en 1934 fundó el Taller Torres García, un espacio de formación artística y teórica que dejó una profunda huella en la escena cultural local.
Su propuesta de Universalismo Constructivo integraba la abstracción geométrica con símbolos de las culturas precolombinas y un fuerte sentido de identidad latinoamericana.
Los ecos del arte surrealista en Uruguay
Uno de los casos más notables es el de Ignacio Iturria. Su obra, aunque no se define estrictamente como surrealista, comparte con esta corriente una exploración del inconsciente, la memoria y la percepción distorsionada de la realidad.
En sus pinturas, personajes diminutos transitan paisajes desproporcionados, habitaciones en ruinas o escenarios cargados de misterio.
Otro artista uruguayo que trabaja con lo simbólico y lo metafórico es Oscar Larroca. Con una larga trayectoria que incluye la pintura, la ilustración, el ensayo y la docencia, sus obras combinan escenas ambiguas, elementos oníricos, figuras mitológicas, y una clara narrativa.
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Ambos movimientos, pese a sus diferencias ideológicas, estéticas y técnicas, compartieron un mismo objetivo: cuestionar los límites tradicionales del arte y abrirse nuevas posibilidades expresivas.
En ese sentido, más que oponerse, se complementan. Mientras el arte constructivo aporta orden, claridad y función, el arte surrealista nos da la oportunidad de apreciar obras provocativas llenas de profundidad y libertad.
Hoy, sus influencias siguen vivas, y nos demuestran que el arte en todas sus formas siempre permite una exploración profunda del ser humano y del mundo que habita.
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